jueves, 27 de octubre de 2011

Liderazgo reductor de complejidad

Editorial de RRHH Digital 17/10/2011
Autor: Pedro Meireles Sobral
http://www.rrhhdigital.com/ampliada.php?sec=46&id=80205

La máxima “soluciones aparentemente simples para problemas complejos” de Giorgio Nardone y Paul Watzlawick (1987), representa el inicio formal de una colaboración entre dos científicos que aportaron importantes contribuciones “reductoras de complejidad” para el estudio de la interacción humana en el contexto de las organizaciones. El rechazo de estos investigadores hacia teorías fuertes y “autoinmunizantes” (Karl Popper), que puedan condicionar “a priori” la lógica de las intervenciones destinadas a entender y mejorar el funcionamiento de los sistemas humanos, puede encontrar paralelismo en las consideraciones de Joseph S. Nye, sobre las teorías del liderazgo, versadas en su libro recientemente publicado en España. Creo que la traducción del título de la edición original (2007) “Los Poderes para Liderar: Blando, Duro e Inteligente” refleja mejor lo que se expone a continuación, por lo que me excuso de referir el título elegido por el editor español.


En los últimos decenios, los especialistas han llevado a cabo más de mil estudios con el fin de determinar los estilos, las cualidades o los rasgos de la personalidad de los grandes líderes y determinar las situaciones en las cuales cada estilo o enfoque sería más adecuado. Ninguno de estos estudios ha proporcionado un perfil claro del líder o definiciones del liderazgo que gocen de aceptación general, ni un paradigma dominante para su estudio. Además existe poco acuerdo, entre los especialistas, sobre las mejores estrategias para desarrollar y ejercer el liderazgo en las organizaciones.

Se han generado muchos estudios útiles pero, desafortunadamente, los enfoques o teorías resultantes también presentan problemas empíricos, de medición con resultados contradictorios y de definición, generando una gran complejidad, tanto desde el punto de vista analítico como de la aplicación práctica, que fue creciendo de una forma geométrico-exponencial.

Actualmente, la problemática de cómo alinear a los equipos con la definición de los objetivos y la estrategia es una de las manifestaciones de la dificultad de los directivos en el ejercicio del liderazgo. La falta de alineamiento se pone de manifiesto con frecuencia en el trabajo cotidiano y ahí empiezan a surgir las dudas de cómo actuar, qué estilo utilizar, cómo adecuar el estilo a la situación, al contexto y a las necesidades de los seguidores.

Ojalá, en estos momentos de incertidumbre y turbulencia, fuera tan fácil analizar los estilos de liderazgo como se planteaban en la matriz bidimensional de Blake y Mouton (1964). O que el carisma del líder fuera el elemento más determinante para que los seguidores lo siguieran realmente. Sobre este aspecto ya decía Max Weber que el carisma surge de la relación entre el líder y sus seguidores, y que no es un rasgo exclusivo del líder. Decía también que el carisma personal sólo dura “mientras recibe reconocimiento y puede satisfacer a sus seguidores o discípulos”.

Estos son sólo algunos ejemplos de tantas variables que entran en juego en una ecuación que, idealmente, debería determinar el estilo de liderazgo a utilizar en determinadas situaciones; más o menos carismático, más orientado a las personas o a las tareas, a la transformación - cambio a través de la persuasión o poder blando - o a la transacción – negociación basada en los intereses particulares o poder duro.

Esta ecuación sólo es resoluble a través de la introducción de lógicas estratégicas que tienen en cuenta todos estos factores, orientados a objetivos, considerando la particularidad de cada contexto y las modalidades de comunicación a utilizar para conseguir el compromiso a través del acuerdo entre las partes implicadas en cada proceso. Estas lógicas y propuestas de acción se pueden entrever en el concepto de “Poder Inteligente para el Liderazgo” de Joseph Nye y encuentran una respuesta tecnológica aplicativa en el modelo de “Problem Solving Estratégico” de Giorgio Nardone.

No se trata de poner en causa la validez de los estudios resultantes de las teorías y enfoques anteriores, que aportan valiosas contribuciones teóricas y aplicativas, pero parece prudente y necesario evolucionar hacia modelos estratégicos de liderazgo orientados a objetivos concretos, compartidos y medibles, en detrimento de modelos teórico-normativos, que se orientan principalmente a la confirmación de las teorías fuertes que tienden a garantizarles la existencia de una forma auto-referente.

Como ironizaba Hegel: “Si los hechos no concuerdan con la teoría, tanto peor para los hechos”.

Los que son llamados a ejercer la responsabilidad de liderar organizaciones, ya sea desde lo más alto o desde el medio, en coyunturas tan cambiantes como las que estamos viviendo, merecen contar con una labor de trabajo e investigación empírico-experimental continua, de parte de los especialistas, para la puesta a punto de modelos de trabajo flexibles, que aporten rigor metodológico, reduzcan la complejidad del análisis y proporcionen niveles elevados de eficacia y eficiencia en términos operativos.

martes, 27 de septiembre de 2011

Intentos de Solución

Publicado en RRHH Magazine
Autor: Pedro Meireles Sobral

Es evidente que vivimos un momento de intentos de solución. La crisis es omnipresente y aparentemente omnipotente. Todos intentan poner final a situaciones altamente problemáticas, unos con éxito, otros no tanto, y algunos parecen poseer dotes especiales para trillar continuamente los senderos del fracaso.

Dejando a un lado las cuestiones macroeconómicas que diariamente nos invaden, sin permiso, la confortable ilusión de seguridad aportada por nuestros inevitables autoengaños optimistas, podemos intentar centrarnos en lo que hacemos o dejamos de hacer en nuestras esferas de control o de influencia.

Si logramos permitirnos este “lujo” de concentración, quizás no sea tan difícil darnos cuenta de que algunas de las soluciones o intentos de solución que aplicamos en nuestros ámbitos son la base de perpetuación o empeoramiento de una parte de nuestros problemas. Sin duda, como su propio nombre indica, esos intentos van siempre racionalmente dirigidos a solucionar y son claramente fruto de las mejores intenciones de cada uno de nosotros. Como decía el sagaz Oscar Wilde: ”Con las mejores intenciones, conseguimos, a menudo, los peores efectos.”

Aunque para algunos esto pueda parecer una idea incómoda o incluso ser considerado como una visión particularmente pesimista o negativa de la esencia del ser humano, el hecho es que se trata de algo estudiado y verificado científicamente. Hace más de cuatro décadas que los científicos de la conocida “Escuela de Palo Alto” han formulado el constructo de “soluciones intentadas” y su importancia en la resolución de problemas humanos, basados en los resultados de sus investigaciones. Como afirma Giorgio Nardone, refiriéndose al trabajo de sus maestros, en su libro titulado Problem Solving Estratégico (2010): “El constructo de la solución intentada que no funciona pero que si se reitera, tiende a mantener la persistencia del problema y a complicar su funcionamiento, puede ser considerada una de las intuiciones más geniales del siglo pasado.”

También el famoso epistemólogo Karl Popper (1972) indica que en el proceso de la investigación científica, una de las fases que conducen a los descubrimientos es: Estudiar todos los intentos de solución que se han llevado a cabo. Investigar todo lo que no ha tenido éxito nos permite centrarnos en la dinámica concreta que mantiene un problema o que, por el contrario, lo puede cambiar.

Para facilitar el análisis de las soluciones intentadas disfuncionales, muy a menudo no es suficiente con observar o preguntarse cuáles de las que se han puesto en práctica hasta ahora no han producido resultados positivos, sino que es importante estudiar también las que podrían ponerse en práctica en el futuro y resultar fallidas.
El concepto de soluciones intentadas resulta de una dinámica que se construye según una lógica paradójica: “Cuánto más intento mejorar, más mantengo o empeoro mi problema”. Por lo tanto, si aplicamos una lógica tradicional para desmontar este círculo vicioso, lo más probable es que no funcione.

El modelo de Problem Solving Estratégico de Giorgio Nardone nos aporta técnicas que, siguiendo una lógica no ordinaria, no tradicional, producen efectos sorprendentemente eficaces en la inversión de este tipo de dinámicas. En este caso, para los intentos de solución disfuncionales, la pregunta a hacernos a nosotros mismos sería: «Si quisiera empeorar más la situación en vez de mejorarla, ¿cómo lo haría?». Es evidente que al constatar que determinados intentos de solución ya aplicados producen los efectos contrarios a los deseados, la atención deberá centrarse en cómo evitar esa modalidad disfuncional de abordar el problema. Sobre la base de esta nueva visión puede construirse, además del bloqueo de las acciones contraproducentes, una solución alternativa eficaz.
Éste es sólo un ejemplo de cómo el uso de estrategias y estratagemas de lógica no ordinaria puede ser eficaz en la resolución de todo tipo de problemas aparentemente irresolubles. Su eficacia y eficiencia está ampliamente demostrada tanto en la planificación como en la intervención directa en las situaciones que requieren un cambio o una mejora del rendimiento.

Si no fuéramos conscientes de la necesidad que sentimos los seres humanos de una constante búsqueda de seguridad, que nos dificulta reconocer la existencia de lógicas no ordinarias en la base de la formación de los problemas, los que nos dedicamos a la resolución de situaciones problemáticas, en el ámbito de las organizaciones, nos sorprenderíamos todavía más de la resistencia de algunos profesionales de recursos humanos en contemplar este tipo de lógicas durante el análisis y la definición de estrategias para la resolución de problemas.
Y esto es un buen ejemplo de una “solución intentada” disfuncional: Considerar que todos los problemas humanos se rigen por una lógica tradicional y actuar en consecuencia buscando siempre niveles máximos de relación directa, coherencia y congruencia entre todos los factores causales y las posibles soluciones de los problemas, puede llevarnos a fuertes condicionamientos que contribuyan a complicar lo que ya se presenta complicado.

En palabras de Albert Einstein: “Necesitamos una nueva forma de pensar para resolver los problemas causados por la vieja forma de pensar”.




lunes, 12 de septiembre de 2011

El mundo no ordinario

Editorial de RRHH Digital 06/09/2011
Autor: Pedro Meireles Sobral
http://www.rrhhdigital.com/ampliada.php?sec=46&id=79345


¿Será ordinaria, o tradicional, la situación de nuestro “mundo” actual? La respuesta que parece más obvia a esta pregunta es una rotunda negativa. Sin embargo, verificamos que las soluciones o “recetas” que nuestros ilustres líderes mundiales aplican, y parece que se disponen a seguir aplicando, son mucho más próximas a lo tradicional, a lo ordinario, siguiendo lógicas reconocibles e intentando adaptarlas a situaciones complejas cuyas lógicas también intentan reconocer. Lo que resulta más absurdo es que, según también verificamos casi a diario, cuanto más se aplican las tradicionales recetas basadas en el reconocimiento de situaciones similares del pasado, cuanto más nos esforzamos por implementar medidas similares de superior magnitud, más parece que complicamos la situación. Como se podría decir recurriendo a una cita vulgar y de gusto dudoso, aunque ilustre bien lo que está pasando: “¡Nos crecen los enanos por todos los lados!”


Una otra pregunta que parece pertinente es: ¿y se podría actuar de otra forma? Quizá sí, ¿pero sería seguro? Y así podríamos continuar, eternamente, interrogándonos sobre una seguridad que parece imposible de alcanzar a la luz de la tradicional lógica aristotélica del verdadero o falso, del principio lineal de causa y efecto y de los imperativos de coherencia y congruencia. ¿Y entonces qué, qué hacemos? ¿Cómo salimos de esta?

Sería ideal tener una respuesta objetiva, de sentido común, una explicación razonable, aceptable para la mayoría, políticamente correcta, una verdadera receta. La triste verdad es que no la hay, nadie se arriesga a predecir nada, ningún genio actual parece poseer la llave, la solución. Sin embargo, algunos nos han dejado herencias intelectuales, sugerencias y evidencias pragmáticas que no sería del todo descabellado dedicarles una buena dosis de atención, reflexionar, y dejarnos inducir a actuar diferentemente.

Recordando algunas de esas contribuciones: Albert Einstein reclamaba la necesidad de “un nuevo modo de pensar para resolver los problemas causados por el viejo modo de pensar”. Karl Popper enunciaba los presupuestos para un método científico de resolución de problemas. Los científicos e investigadores de la Escuela de Palo Alto, de la cual podemos destacar el genial Paul Watzlawick, han intuido y comprobado empíricamente el constructo que se ha denominado “soluciones intentadas” (los intentos de solución que mantienen o empeoran el problema). Existen contribuciones más contemporáneas tales como: el matemático Newton Da Costa que introdujo los conceptos de paradoja, contradicción y creencia, en una rama de la matemática conocida como lógica estratégica; el epistemólogo y psicólogo Giorgio Nardone que desarrolló una metodología de resolución de problemas, individuales y de las organizaciones, conocida como “Problem Solving Estratégico”, contemplando la existencia de los criterios de lógica no ordinaria, o lógica estratégica, en la formación y resolución de problemas humanos. Esta última contribución tiene la particularidad de haber sido desarrollada tomando en consideración todas las anteriores.

Los que nos dedicamos al “arte de encontrar soluciones aparentemente simples para problemas complejos”, trabajando en el área de los recursos humanos con especial incidencia en las relaciones humanas propiamente dichas, no tenemos la ardua y extenuante tarea de resolver los problemas del mundo pero tenemos la difícil tarea de resolver problemas también resultantes de la interacción humana, a menudo complejos y aparentemente irresolubles. Eso conlleva la responsabilidad de, al menos, considerar la posibilidad de que los problemas que se nos presentan ni siempre se generan según una lógica ordinaria y, por tanto, considerar también que ese tipo de lógica ni siempre es el adecuado para llegar a las soluciones.

Examinemos, como ejemplo, un caso muy típico de problemática empresarial: El desarrollo de la creatividad – ser creativos para superar las adversidades. En la base de esta problemática está una de las paradojas más básicas que se pueden plantear a un ser humano: la solicitud de “¡sé espontáneo!”. Cuando pedimos a alguien que sea espontáneo, automáticamente le estamos impidiendo de serlo realmente porque, si lo intenta ser, lo será bajo nuestra demanda y eso, obviamente, no es espontaneidad. Considerando que la creatividad debe ser algo espontáneo, al pedir, proponer, formar, o dar indicaciones a alguien para que sea creativo le estamos bloqueando también, de una forma automática, su creatividad. Y así, con las mejores intenciones, conseguimos establecer una situación paradójica que se puede convertir en un problema serio para el buen desarrollo de una determinada actividad empresarial.

Una solución muy experimentada, con eficacia científicamente comprobada para desbloquear estos problemas, es un ejercicio del tipo “¿Cómo empeorar?”, o sea, pensar en todas las formas posibles de no conseguir ser creativo. El hecho de forzar la mente a pensar de esta forma no tradicional ayuda a desbloquear la creatividad. Es una solución con criterio lógico paradójico para desbloquear un problema que se formó con base en el mismo criterio lógico.

Si investigamos un poco sobre mentes prodigiosas como Edison o da Vinci, o profundizamos en la antigua sabiduría china, verificamos que el estudio de las estrategias fallidas era considerado mucho más útil que el de las estrategias exitosas. Una de las metáforas utilizadas por Giorgio Nardone en su libro “El arte de la estratagema” es precisamente: “Si quieres enderezar algo aprende antes cómo retorcerlo aún más”.

En el “mundo” no ordinario, donde los problemas se presentan como insuperables en su complejidad, aprender a conocer antes que reconocer, considerando la existencia de criterios lógicos distintos de los tradicionales, es un buen punto de partida para llegar a transformar los límites en recursos y las debilidades en puntos fuertes.




domingo, 27 de marzo de 2011

La comunicación que hace funcionar

En general, los problemas humanos se generan a través de la interacción entre las personas y su “realidad”, o sea, entre la percepción que las personas tienen de lo que son o de lo que deben ser las “cosas” y la percepción que tienen sobre cómo les están funcionando sus “cosas”.

Para que el diferencial de percepciones constituya un problema, es indiferente si éste se verifica en su ámbito privado, en el ámbito profesional o en el ámbito social más amplio. Lo más importante es la forma según la cual la persona establece su comunicación y relación consigo misma, con su entorno y con el mundo en general. Es decir, cómo reacciona a lo que percibe como una dificultad o un problema, para intentar resolverlo.

Por otro lado, para determinar el grado de disfuncionalidad de la situación y la forma más adecuada de guiar la persona hacia la solución, el profesional necesita entender cuál es la percepción que ésta tiene de lo que le está pasando, cómo está reaccionando a ello y los resultados que está obteniendo con sus intentos de solución.

Es fundamental que, entre la persona que solicita ayuda y el profesional que facilita el proceso de búsqueda de la solución, se establezca, desde el primer momento, una relación comunicativa eficaz que no se dirija a la investigación del supuesto origen de la situación sino que se centre en las formas según las cuales la persona percibe su situación y cómo intenta solucionarla.

La técnica de comunicación que toma el nombre de “Diálogo Estratégico” y que fue puesta a punto por el Prof. Giorgio Nardone, utilizada por todos sus colaboradores independientemente del ámbito en que actúan (clínico, individual u organizacional), proporciona una eficacia sorprendente en la aclaración de la situación en causa, en el acuerdo sobre los objetivos a alcanzar y en la construcción del plan de acción que se ha de desarrollar para que todo vuelva a funcionar de nuevo.

Esta técnica de diálogo (del griego dia-logos – encuentro de dos inteligencias) permite que las sesiones de trabajo se desarrollen de una forma eficiente, respetando al máximo la economía de recursos, y sobre todo, permite que todo el trabajo desarrollado a lo largo de las sesiones no sea entendido como una serie de indicaciones del experto al inexperto. Al contrario, todas las conclusiones y acuerdos finales sobre las acciones a desarrollar son el resultado de los pequeños acuerdos y conclusiones que van ocurriendo naturalmente a lo largo de las sesiones, según un proceso metódico de descubrimiento conjunto.

En ciertos casos de dificultad de comunicación interpersonal, un breve entrenamiento de alcance limitado pero eficaz, para la aplicación de esta técnica en sus relaciones personales o profesionales, es adecuado para que la persona pueda iniciar un recorrido de self-help que le conduzca a un desarrollo importante de sus recursos comunicativos y relacionales.